Los 15 ejemplos que componen la nueva edición de Las Casas del Año conforman un heterogéneo grupo de individualidades, aunque parezcan cortadas por la misma tijera. Es, sin dudas, un amplio catálogo de recursos que, de alguna manera, entrega pistas de nuestro ADN arquitectónico, un producto cultural de la Argentina actual.
Realizada en base a los proyectos enviados por los lectores de ARQ, esta selección ofrece ejemplos con acabada síntesis formal, ingentes esfuerzos por diluir la frontera entre exterior e interior, notables recursos para alcanzar una equilibrada atectonicidad, atildados juegos compositivos, variados métodos de integración espacial y decididas estrategias de diálogo con el entorno, o para lograr todo lo contrario.
Si todo lo anterior resultara poco para valorar esta colección de lo que se hace aquí y ahora, el conjunto recorre una amplia variedad de situaciones en cuanto a emplazamiento, localización y e implantación. Los ejemplos se sitúan en las sierras, el campo y la playa. Hay casos de viviendas engarzadas en el contexto urbano y suburbano, así como en el rural.
Las obras elegidas provienen de Buenos Aires, Neuquén, Córdoba, Capital y Santa Fe.Como ocurrió en los últimos años, la colección Las Casas del Año mostrará todas las semanas un proyecto en forma exhaustiva. Cada entrega contará con buena cantidad de fotos, planos, una explicación de la obra de boca de sus propios autores, una síntesis de las claves del proyecto y el presupuesto realizado para Diario de Arquitectura por el especialista en costos Luis María Grau.
Los proyectos elegidos del 2009 van desde la máxima introversión a la apertura total, de la abstracción absoluta hasta mímesis ambiental.Entre los ejemplos de máxima abstracción luce singular el prisma casi autista de la Casa Caja (Guardati-Renzi-Kohanoff), construida en Funes, Provincia de Santa Fe.
Se trata de una fuerte apuesta a la introversión en un club de campo, un contexto que pareciera invitar a lo contrario. Con la misma parquedad figurativa, la Casa Vignolo (Adamo-Faiden) establece un diálogo más sensual con el paisaje natural. En este caso, la casa ya no es volumen único, parco e introvertido: es el resultado de una planta articulada, compuesta por cinco paralelogramos que definen la estructura y la organización del programa al mismo tiempo que lo integran con la vegetación existente.
Entre los pocos ejemplos que intentan una integración con el entorno natural, la Casa XS (Besonías-Almeida-Kruk) es, tal vez, el más logrado. Ubicada en el pinar de Mar Azul, un balneario de la costa bonaerense, la casa plantea un repertorio de soluciones del menor impacto posible en el paisaje, bajo costo y mínimo mantenimiento.
Con esas premisas, la casa fue resuelta como un prisma de hormigón visto, de proporción muy alargada, altura mínima y separado de las líneas divisorias de lote, aprovechando un claro natural en un terreno poblado de pinos. El hormigón visto moldeado en encofrados de tablas, la modelación escultural de los detalles (un recurso de gran efectividad), más los toques de madera aquí y allá, convierten a la Casa XS en un dato más del paisaje, antes que en su dominador.
El manejo de la escala y la materialidad como vehículos para armonizar con el entorno también es patrimonio de otros proyectos. Entre ellos, la Casa Médanos, del estudio Gronberger. Pero, sin dudas, el rubro que permite la mayor exhibición de maestría es el de la composición de grandes masas. De ese tipo, hay varios ejemplos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario